miércoles, 28 de agosto de 2013

El baile de la muerte de Joe Lambada (1ra parte)



El baile de la muerte de Joe Lambada



De cierto de cierto os digo,
si vos escuchar aquella
sensual melodía cuando ese
demonio esté cerca, os aseguro
que será vuestro fin

Antiguo proverbio amazónico


La hermosa mulata de robusto cuerpo, camisa sin mangas y jeans minifalda atendía a los animados clientes de su barra cuando súbitamente unos forasteros irrumpieron abruptamente por las puertecillas del bar, eran un hombre enorme y sus dos compañeros, de tamaño normal, cuyos trajes de cuero negro los distinguía de la multicolor multitud. Captaron más de una mirada de desconfianza de la clientela, quedando el animado lugar más callado que un cementerio, sólo hasta que el grandote señalo con su brazo extendido hacia un letrero de “se busca” con la foto de un hombre con sombrero de fedora piel de jaguar y en la parte de abajo decía “Joe Lambada”.

- ¿Sabe donde está este hombre?

Sin que nadie se percatara, una mano pálida cubierta con la manga de un chaleco de piel de jaguar pone una moneda en la máquina de los discos compactos y a continuación toca el botoncito que tenía la opción de lambada, comenzando aquella melodía a llenar todo el salón. Poco después, un enorme y afilado cuchillo de guerra es lanzado hacia el cartel de “se busca”, clavándose en la pared. Los tres hombres miraron para atrás para contemplar a un hombre alto, pecoso, de piel crema, vestido con chaleco y sombrero fedora de piel de jaguar que dicen que él mismo cazo, sobre un negro chaleco antibalas, jeans oscuros y botas militares.

-Eu sou Joe Lambada (Yo soy Joe Lambada)

Los tres hombres desenfundaron sus armas, pero al mismo tiempo Joe sacó su látigo dirigiendo su cuero en dirección a los tres hombres, cuyos fuertes chasquidos les hizo perder la concentración; seguidamente golpeo sus cuerpos hasta que se vieron forzados a deshacerse de sus armas para protegerse de los golpes con sus brazos. Luego Joe se quito su chaleco y su sombrero cayendo sobre una hermosa chica negra embelesada, mostrando sus musculosos brazos desnudos sobre su negro chaleco antibalas, un gran cinturón negro con hebilla grande, donde guardaba sus armas y su cabeza envuelta con un largo pañuelo rojo, dándole el aspecto de un pirata. A continuación les hizo señas con las manos para invitarlos a pelear.

Rodearon a Joe bien cuadrados saltando sobre la punta de sus pies, con Joe con su guardia cerrada, cabeza erguida pero a la vez en posición de bailarín, dando pasos muy fluidos y vueltas alrededor de sí mismo la flexibilidad de un látigo, la gracia de una serpiente y los puños cerrados aún en posición e guardia pero moviéndolos en señal de desafío, como un boxeador llamando a pelear. Uno de los tres lanzo la primera patada giratoria en el aire, que pese a su tamaño Joe tuvo la habilidad de esquivar; le dio a su otro compañero, quien se levantó rápidamente como un gato. Los tres comenzaron una frenética pelea que por el ritmo que llevaba parecía algún tipo de baile moderno, siendo los dos mercenarios más pequeños expertos en taekuondo y kung fu, artes similares a la capoeira, mientras el grandote era karateca, lo que lo hacía ser bastante más estático pero oportuno a la hora de lanzar golpes, patadas y llaves, que Joe esquivaba apenas justo a tiempo.


Mientras más de un tercio de los clientes del bar, los más tranquilos, se fueron para evitarse problemas, quedo una numerosa multitud que coreaba Joe, Joe, Joe, pero a medida que la pelea se intensificaba entre golpes, patadas, luxaciones, sillas y mesas rotas, a nadie le quedo otra cosa que largarse de allí antes de que alguien saliera lastimado. En un momento de la pelea uno de los más pequeños dio lanzo una patada voladora hacia el cuerpo de Joe, que él pudo esquivar agachándose hacia abajo; casi le da al otro compañero, que la esquivo justo a tiempo. Ese momento fue aprovechado por el grandulón para lanzarle una patada giratoria a ras de suelo que esquivo realizando un paso a lo breakdance. Finalmente Joe realizo un giro apoyando su cuerpo con sus dos brazos y cabeza contra el suelo, realizando una patada de hélice que noqueo a los dos pequeños además de darle un duro golpe en el pecho al otro sin lograr derribarlo. Ahora era una pelea de dos.


Aún sin la agilidad de sus otros dos compañeros, el grandulón resulto ser un rival hábil y muy fuerte, que lograba esquivar los más mortíferos golpes suyos, darle golpes o patadas oportunos y aunque esporádicamente lograba conectarle no podía derribarlo. Así que Joe fue dando volteretas hacia atrás hasta quedar detrás de la barra del bar con su rival siguiéndolo con cautela. Con el impulso de sus volteretas Joe queda de pie sobre la superficie de la barra del bar, luego da vueltas alrededor de sí mismo para dar una patada giratoria aérea en dirección al rival; pero un pequeño mal cálculo de unos dos segundos le permitió al otro tomar a Joe por el cuello, colgándolo en el aire y asfixiándolo con la presión de su mano.


-¿Acaso me creías tan lento como para alcanzarte?, ahora tengo tu costosa cabeza que me garantizara una abultada recompensa.
Joe puso sus dedos en ciertos nervios de la hercúlea mano, ejerciendo suficiente presión para causarle a su rival un agudo dolor de modo que aligero la presión y Lambada cayó ágilmente en el suelo. A continuación Joe realizo una llave quebradora rompiéndole el brazo

-¡¡Aaaaaayyyyyyy, mi brazoooooooooo!!

Luego Joe dio una patada hacia atrás, rompiéndole su rostro con la suela de su bota militar, causando que derramara mucha sangre cayendo al suelo. Justo cuando pensaba que todo había terminado, uno de los que había derribado con la patada de hélice se despertó, sacó una navaja automática de una de sus botas para abalanzarse sobre Joe y tomarlo por sorpresa, pero él reacciono a tiempo haciéndolo volar por los aires con un movimiento de judo, estrellándolo contra la máquina de música que tocaba la canción de lambada, electrocutándose con las chispas que salieron del impacto. El combate había terminado.

Y la hermosa mulata salió de su escondite para gritarle airada a Joe Lambada, que estaba saliendo del lugar.

-¡¡venha cá, gringo loco, me debes pagar por todos los daños y perjuicios que me has causado!!

El gringo loco la tomo en brazos, la pego a su cuerpo dando pasos de lambada, hasta tenerla colgando de un solo brazo contra su espalda, con la cabeza colgando del cuello en dirección al suelo y le dio un apasionado beso.

-¡¡Uyy cariño, puedes pagarme luego Joe Lambada!!

Repentinamente la escena se interrumpió con el sonido de sirenas de policía.

-Eu que te tienes que ir, alguien había llamado a la policía

-Hasta pronto Sonja

Justo cuando se iba hacia la entrada, la joven negra a quien Joe le dejo su chaleco y sombrero fedora con piel de jaguar se los entrego, luego de lo cual la beso, acto seguido uso su látigo para sacar el cuchillo clavado en la pared regresandolo hasta él, lo puso en su vaina en menos de un segundo, además de sujetar su látigo a su cinturón a la misma velocidad. Inmediatamente se monto en su cuatro por cuatro color verde oliva, Land Rover made in Brasil, arrancando casi en el mismo momento en que los vehículos todo terreno de la policía estatal brasileña aparecían.



El fugitivo puso a tocar el disco compacto con su música de lambada a la vez que huía de sus perseguidores por aquellos accidentados caminos selváticos; saco su 38 para disparar hacia atrás atinando a la llanta de uno de los todoterreno policiales, causando que se revolcara violentamente entre la abrumadora vegetación, al de atrás le disparo rompiéndole el vidrio matándolo en el acto, lo que provoco que su vehículo se chocara con los otros de atrás, después ocurrió una intensa explosión térmica con forma de hongo.

Luego de esto, Joe se desvió del camino, para adentrarse en la espesura amazónica hasta llegar a otro trecho de camino, para seguir manejando a toda velocidad hasta donde estaba un puente destruido.

  • Por Deus, el puente se cayo de nuevo, voy a tener que saltar ese río

Aumento la velocidad lo más que pudo, logrando el suficiente impulso
para aterrizar en la superficie del otro precipicio y pocos segundos después
los vehículos policiales llegaron al punto de donde salto previamente deteniéndose allí.

Segundos después, desde su cuartel general en Brasilia, el general Silvio Texeira recibía las malas noticias desde su celular. Era un hombre menudo pero robusto, hombros anchos, piel cobriza y su rostro tenía las marcas propias de un veterano militar de muchos años.

  • ¿Que fue lo que paso con ustedes? (se escuchan murmullos), ¡¡por favor, no me cuentes más?

Una hermosa joven de pelo negro ataviada con un elegante uniforme militar aborda al estresado general.

  • ¿Qué paso mi general?

El hombre respondió golpeando su puño contra la superficie de su escritorio, con tono que denotaba irritabilidad, luego se llevo sus manos a sus canosos cabellos como si quisiera arrancárselos, después lanzo su android a la pared, haciéndose añicos.

  • ¡¡Es ese gringo, ese al que llaman Joe Lambada, mato a tres mercenarios a puño limpio, destruyo un bar hiriendo a veinte civiles, uno de gravedad, luego se nos escapo matando a diez policías estatales, qué quieres que te diga!!

  • ¿Se refiere a los ex farc que contrato?

El hombre vacilo por un momento

  • ¡Bah!, ya nao importa, ¿ahora qué le diré al presi?
Entre tanto, Joe estaciono su auto en un área de proyecto minero a cielo abierto, se quito el chaleco, busco su botiquín para sacar una jeringa y un frasquito con vacuna, se inyecto la sustancia en su codo.

  • Maldita malaria

El disco compacto cuya lambada reproducía su desmontable se rayo, por lo que Joe quito el desmontable.

-Suerte que no es el original

Salió de su vehículo para ser recibido por una pequeña comitiva, encabezada por un hombre semi calvo, con una corona de cabello rasurado que bordeaba su cabeza hasta la cien al estilo Robocop, su traje oscuro con botas militares recordaba a un oficial de fuerzas especiales. Estaba rodeado por un grupo de hombres fuertes, bien armados y en su centro por tres jóvenes vestidos de civil que eran algo más altos que él. El hombre se aparto del resto del grupo para darle la mano al recién llegado.

-Tú debes ser Joe Lambada

-Es un placer señor Michaelson

-Puedes llamarme Acab, es un placer para mí conocer al asesino del papa

Al decir esto, la mente de Joe retrocedió unos dos años atrás, aquella tarde de verano, cuando su santidad estaba de visita en Río. Aquel viejo estaba rodeado por su imponente guardia suiza, todos con lentes y trajes de etiqueta negros, cuando frente a él tuvo la visión de un hombre alto, sombrero fedora, su saco y corbata sobre una abotonada camisa celeste, todo vestido de blanco con la luz del sol reflejándose en ella, lo que creaba la ilusión de que el traje tenía un brillo angelical. El hombre tenía los brazos extendidos del mismo modo que la estatua del cristo de Río de Janeiro, con una brillante sonrisa esbozada en su rostro, su faz oculta bajo la sombra del sombrero, causando tal impresión al viejo que no pudo evitar extender sus brazos hacia delante para abrazarlo, acercándose lentamente. Justo después de quedar abrazados, el hombre alto agarro al viejo como si fuera una pareja de lambada, dio una vuelta con él y en el momento en que lo tenía agarrado con su antebrazo a su espalda, con la cabeza colgando del cuello en dirección al suelo, se escucho la detonación de una pistola con silenciador y unos casquillos caer al suelo

Dijo Michaelson entusiasmado mientras todavía le apretaba la mano a Joe.

  • Soy tu admirador número uno

  • Papá, yo pensaba que era yo
  • Bueno, basta de charla, venga conmigo señor Lambada, vamos a mi hogar a hablar de negocios.

Fueron bajando lentamente por aquel enorme cráter, formado en sus bordes por anillos de tierra a modo de gigantescos escalones, por donde pasaban colosales camiones volquetes amarillos llenos de tierra, pasando la comitiva cerca de todo eso, incluso de un gigantesco capataz con la complexión de un luchador de sumo masivo, que pese a que lucia poco más que un alfeñique al lado de esos camiones, en su voz se escuchaba la fuerza de la autoridad.

  • ¡¡Más rápido idiota, mi abuela manejaba camiones mejor que tú, quiero que esa carpa impermeable este tan llena de arena que sea más gruesa que una alfombra persa (tomo su celular), ustedes qué esperan, necesito seiscientas hectáreas de bosques taladas en menos de cinco horas o verán lo que les pasa idiotas!!

Joe observo que aquel cráter era mucho mayor que cualquier ciudad de Brasil, incluso calculo que todo Río de Janeiro cabía tres veces allí, pero no pensaba detenerse en esas meditaciones, eso no era lo suyo.

Continuaron caminando hasta llegar a la superficie plana de aquel yacimiento, en cuyo centro estaba un gigantesco remolque que estaba sujeto al suelo por medio de unas bases macizas, siendo el propio Acab el que abrió la puerta

El lugar estaba tan bien amueblado que difícilmente creerías que se trataba de la casa de un empresario minero, las finas alfombras y unos cuantos cuadros de Van Gogh daban testimonio de esto, en el centro estaban un escritorio rodeado de sillas, todo al estilo rococó, con la superficie de aquel mueble cubierta por un vidrio bien pulido del tipo Saint Gobain. Era evidente que Michaelson le encantaban usar útiles de escritorio de la Belle Epoque. Los guardias de seguridad se quedaron afuera, los hijos de Acab se sentaron en uno de los cómodos sofás y él tomo asiento en su escritorio invitando a Joe a hacer lo mismo. Luego el propio Michaelson sirvió vino a ambos con unas copas bien elegantes.

-Moet Chandon, cosecha dos mil uno

-Joe levantó la copa en señal de homenaje

-Buen año aquel

-Igual pienso yo

- No parece un empresario minero

-Jejeje, ¿acaso tengo que dejar de ser encubierto para trabajar de policía?, la contradicción es uno de los ejes de la vida

Luego dijo Joe en inconfundible acento británico

¿Es usted americano?

Michaelson esbozo una ligera sonrisa y contestó en inglés fluido

¿Se nota por cómo hablo el portugués?

-No se preocupe, a los británicos nos cuesta más hablar con acentos latinos

Tanto Acab como sus hijos se murieron de la risa, luego de lo cual Acab continuo hablando, con su copa de vino en mano. Se movia a todas direcciones de forma lenta, con la mirada perdida hacia ningún lado mientras hablaba cual poeta cantando versos, al son de la melodía de primavera de Vivaldi, moviendo su mano libre como veleta al viento.

-Es usted muy gracioso señor Joe, pues sí, no parezco un empresario minero, yo me considero un amante del arte, un bohemio sin remedio, me encanta cantarle a la vida que la amo, soñar despierto con un mundo mejor, escuchar las sontas de Mozart y Beethoven en medio de un campo de naturaleza virgen, donde los pajaritos inquietos me dan una serenata matutina…

Joe sólo se limitaba a mirarlo con un rostro duro con el entrecejo fruncido, luego de lo cual sacudió la cabeza para recuperar la serenidad

-También note que para tener tanto dinero no vive en una mansión, sino en esta misma cantera, en una casa rodante llena de comodidades pero poco espacio, ¿no le incomoda vivir en una mina?, ¿no sabe de los peligros que causa la lluvia con sus aludes de tierra?, ¿no es un riesgo para su familia?

-Fui oficial de las fuerzas especiales Seal, de modo que me gusta acampar junto a mi ejército de trabajadores, son como una familia para mí, a veces hasta duermo en sus campamentos para que no me sientan como un extraño que da órdenes. Desde aquí superviso todo el trabajo de esta cantera, lo mismo hago con las demás, todo con información de primera mano. Sobre su inquietud acerca de la lluvia, (se lleva su mano derecha al mentón, hablando mientras se la frotaba) no recuerdo exactamente cuándo fue la última vez que llovió por aquí, creo que hace tres semanas, una pequeña llovizna que dejo todo cubierto de rocío; donde llueve es más arriba, en la espesura de la selva virgen, las típicas lluvias amazónicas que arrasan con todo, que alimentan el río proveniente de los Andes con el que nos deshacemos de todos nuestros desechos.


De todos modos en caso de tormenta, nos damos cuenta con días de anticipación gracias a nuestro sofisticado sistema de radares meteorológicos, con lo cual puedo movilizar mi casa rodante con tiempo suficiente para evitar ser afectado. Supongo que también querrá saber cómo es que termine saliendo de América para buscar mi fortuna aquí…

-Nao es mi problema

Nuevamente comenzaron a hablar en inglés

-Agradezco su discreción señor Joe, ahora vamos al asunto que nos atañe

A Joe le llego un mensaje de whasapp a su Nokia, la foto de un apuesto hombre mucho más joven que él, de piel cobriza y rostro alegre.

-Quiero que me mates a este tonto, ¿lo conoces?

Joe quedo pensativo por un momento

-Me parece que lo he visto en alguna parte, no recuerdo muy bien

-Ese es Chico Flores, seguro que has oído de él porque es el mismo ambientalista que le está haciendo mala propaganda a mi proyecto eco sostenible, ¿cómo es posible que alguien le crea?, he dicho hasta la saciedad que hago lo posible por minimizar las afectaciones, es más, ya comencé un proyecto para reforestar todo Minas Gerais, mi mina le da trabajo a cientos de miles de personas cuyo propio gobierno no hace nada para ayudarlos, ni con los millones que done al ahora presidente en campaña él pretende mover un dedo. Desde entonces ese chiquillo ONG me está haciendo la vida imposible, junto a sus amiguitos de Greenpeace y los payasos de Anonymous.

-¿Y por qué no lo hace usted mismo?

-Podría hacerlo, no sería ningún problema, lo malo es que ya tengo numerosas denuncias en mi contra en los tribunales, todas millonarias y que tienen que ver con el medio ambiente, imagine la cantidad de abogados y políticos que tendría que sobornar si me acusan de asesinato.

-Acepto el trabajo, pero recuerde…

-Sí ya lo sé, cobras por adelantado cada cosa que haces, es por eso que ya te envié quinientos mil euros a tu cuenta en el banco de Tonga, la otra mitad te la daré cuando hayas hecho el trabajo. Puedes confirmarlo entrando a tu banca en línea desde tu móvil.


Joe deslizo sus dedos sobre la superficie del aparato, para navegar en internet y entrar en la página del banco de Tonga, en donde vio que había llegado una transferencia de quinientos mil euros a la cuenta personal de John Henry Tudor noveno. Segundos después firmo el contrato junto a Acab en su escritorio chocando manos después.

-Aceito trabalho (acepto el trabajo) – dijo sonriendo con delirio



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5 comentarios:

  1. bueno has tocado un buen tema es casi toda una novela es muy buena atrapa desde el comienzo es muy buena este joe lambada tiene un buen historia

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  2. Ju, ju. Comenzamos con una buena dosis de acción. Ese Joe debe ser todo un personaje (mató al papa y en público, eso sí que es tener huevos, al menos se salió del protocolo je, je, je [los papas que han muerto fueron envenenados]) y ese Michaelson debe ser un hijo de perra. Ya veremos como sigue. ¡Saludos!

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  3. Cualquier persona que mata a un papa sin duda tiene una historia que contar, o es digno de ser el personaje principal de una historia.

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